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martes, 22 de febrero de 2011

Ética Aristotelica


Aristóteles expone sus reflexiones éticas en la "Ética a Nicómaco", fundamentalmente. Sus otras dos obras sobre el tema son la "Ética a Eudemo", que recoge elementos de la reflexión aristotélica de su período de juventud y, por lo tanto, anteriores a la teoría de la sustancia, por lo que contienen algunos vestigios de platonismo; y la "Gran Moral", en la que se resumen las ideas fundamentales de la "Ética a Nicómaco", por lo que lo que coincide con el Aristóteles de la madurez; ninguna de ellas aporta, pues, algo distinto a lo expuesto en la "Ética a Nicómaco"


La distinción entre razón teórica y razón práctica es antigua. Su primera sistematización lógica se debe a la metafísica de Aristóteles, que distinguía tres tipos de saberes:

·        El teórico (relativo al conocimiento de la verdad),
·        El práctico (relativo a la acción entre individuos y ciudadanos) y
·         El poiético (relativo a la producción de objetos).


para Aristóteles, la “sabiduría práctica” estaría vinculada a la “sabiduría política”, es decir, al saber, capaz de justificar las normas y valores para logrear una convivencia ordenada y sin conflictos, por consiguiente justa, en la cual sea posible realizar una vida feliz, digna de los humanos y por lo tanto buena (Ética a Nicómaco). De esta manera, ética y política, moral privada y moral pública estarían vinculadas.

Para Aristóteles, existiría también un vínculo entre saber teórico y saber práctico teniendo en cuenta que, a pesar de ser distintas, la vida práctica (bíos practicós) sería la condición necesaria de la vida contemplativa o teórica (bíos teoreticós), aunque esta sea el fin último de la existencia. Por esto, en la visión Aristotélica existirían principios o fundamentos (arcái) tanto en la teoría como en la práctica, siendo los primeros preferencialmente formulados por vía deductiva y los segundos por vía inductiva.


En algunas discusiones de ética se suele invocar algo así como un punto de partida, situado por lo general fuera de la ética misma, que permitiría justificar un sistema normativo. A esto se le suele llamar "los fundamentos" o "el fundamento" de una ética dada.1 No siempre se establece claramente en qué consiste o qué aporta una estrategia de este tipo.


A veces se trata sólo de establecer una cierta consistencia lógica, como cuando se dice que el fundamento del emotivismo es la clasificación neopositivista de todas las proposiciones genuinas en proposiciones empíricas y proposiciones analíticas. Si esto es verdad, entonces se sigue que no puede haber genuinas afirmaciones valorativas o normativas, pues estas no caen bajo ninguna de las dos categorías previamente aceptadas. Dichas aserciones, por lo tanto, sólo pueden ser expresiones emotivas de aprobación o rechazo por parte de quien las enuncia.


FUNDAMENTOS DE LA ETICA ARISTOTELICA

Cuando se objeta que quizás ese proceso de fundamentación implica cometer la falacia naturalista, se suelen proponer dos tipos de respuesta. Por una parte hay quienes sostienen que es perfectamente lícito derivar el deber ser a partir del ser. A veces se aduce, por ejemplo, que si un individuo es médico se sigue sin vicio lógico que debe prestarle ayuda a un herido que encuentre en su camino.

Por otra parte, hay quienes insisten (correctamente, a mi juicio) en que la noción aristotélica de naturaleza humana no es descriptiva sino normativa. No nos dice cómo son los seres humanos, sino
cómo deberían ser. A la primera línea de defensa yo respondería que ningún ejemplo de inferencia lícita del deber ser a partir del ser descansa sobre una premisa puramente descriptiva. Si así fuese, sería inválida, como vimos, en virtud de la analiticidad de la conexión entre las premisas y la conclusión.

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