valores

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martes, 22 de febrero de 2011

Objetividad de Schéller

dice Max Scheller "Hay una forma de experiencia cuyos
objetos, son completamente inaccesibles al entendimiento, que es ciego respecto de
ellos, como la oreja y el oído respecto a los colores, pero esta forma de experiencia
nos presenta objetos auténticamente objetivos, dispuestos en un orden eterno y
jerárquico que son los valores" (1).
El orden jerárquico de los valores se relaciona con distintos niveles o esferas
que corresponden a una división en la interpretación del hombre, así nuestros
aprecios o valoraciones pueden dirigirse a cada una de estas esferas, que se vinculan
con determinadas especies de valores, que representan distintos grados de
perfección para el hombre.
En ubicación ascendente, en primer lugar se distinguen los valores de lo
agradable y desagradable, que corresponden al sentir sensible (gozar y sufrir). En
segundo término el conjunto de los valores vitales que pertenecen a los sentimientos
vitales (salud, enfermedad, vejez). En tercer lugar los valores espirituales o de la
persona, que son aprehendidos por el sentir espiritual; se incluyen aquí los valores
estéticos, del conocimiento y los culturales; simpatizar espiritualmente es el acto
subjetivo mediante el cual son aprehendidos estos valores. El cuarto nivel para el
autor es el de los valores religiosos que abarcan el campo de lo sagrado y lo profano;
a estos valores corresponden los sentimientos de beatitud o desesperación que se
dan por la proximidad o alejamiento de lo sagrado.
Todo valor es aprehendido por un acto de intuición emocional
intrínsecamente intencional de la persona; la jerarquía de los valores es aprehendida
por un acto específico que es el preferir; éste es anterior al acto de sentir los valores.
Preferir no es elegir, en todo caso la elección se funda en un preferir el valor más alto
y de mayor duración, preferir es un acto de conocimiento emocional.
Del reconocimiento de la objetividad de los valores, se deriva una ética
material, la comprensión de los valores como seres en sí, distintos de los fines y de
las cosas que los poseen, y que son aprehendidos por la intuición emocional
intencional de la persona, hacen de ella una ética necesariamente autónoma.
Puede comprenderse a esta altura que la idea de persona para el autor está
fuertemente ligada al aspecto axiológico. Y está presente la concepción del ser
humano como un sujeto interior e intencionalmente orientado por valoraciones.
Hallamos aquí una fundamentación ontológica importante en cuanto al objeto de
nuestra disciplina y también una orientación práctica. En el proceso de resolución de
problemas, frente a diversos estados de desorientación de la persona, en los distintos
modos y posibilidades de convivencia y realización de personas, grupos y
comunidades; en fin, en todo trabajo profesional, estamos tratando con hechos
impregnados de valoraciones, protagonizados por personas intencionalmente
orientadas por ellas, aunque éstas sean positivas y ampliatorias de una vida y
convivencia deseable o que sean negativas y representen un riesgo de quiebre para
la persona o la sociedad, según el caso será siempre en este campo valorativo
intencional donde es posible hallar las chances y caminos de cambios y mejoras.

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